La cocaína es una de las sustancias más adictivas que existen y su consumo habitual conduce, irremediablemente, al deterioro personal, familiar, socio-económico y emocional..
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La cocaína es una sustancia estimulante, muchas veces adulterada, cuya dependencia es una de las más intensas y produce un progresivo deterioro del estado de conciencia. Su consumo afecta directamente al cerebro generando una sensación de euforia y de poder.
Al principio, las personas que la consumen se sienten exultantes, más veloces, enérgicas y alegres… durante el tiempo que dura su efecto.
Esta sensación de superioridad y bienestar es lo que el cerebro reclama en cada situación donde exista una posibilidad de consumo. Cada vez más, esas situaciones nos gustan porque van acompañadas de cocaína. Y poco a poco nada nos interesa sin no hay consumo. En el intento por volver una y otra vez a aquel primer estado se genera una tolerancia cada vez mayor.
¿Te inquieta la idea de ser cocainómano o de que algún familiar lo sea?
El consumo regular distorsiona las emociones y produce un fuerte deterioro de la capacidad de disfrutar de las actividades normales del día a día.
Cuando la sustancia empieza a gobernar nuestra vida, hace ya un tiempo que somos adictos sin darnos cuenta. Trabajo, familia, amigos: todo queda relegado a un segundo plano mientras que la prioridad es consumir.