Los principios activos de la marihuana generan rápidamente adicción. Sin embargo, reconocer la adicción al cannabis suele ser complicado porque se considera una droga “blanda”, socialmente aceptada.
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La adicción a los “porros” provoca graves trastornos psicológicos y también daños físicos. La Marihuana, hashish, resina o aceite… todo es cannabis, una de las sustancias ilegales más consumidas en España con gran incidencia en la población más joven.
En todas sus variaciones, se considera una droga alucinógena por ser capaz de alterar la percepción de la realidad de quienes la consumen. Los efectos de euforia, lucidez, sensación de relajación, distorsión del tiempo, risa incontrolada, falsa felicidad… son alteraciones de la mente causados por su principal agente psicoactivo: el THC que pasa de los pulmones a la sangre, y de esta directamente a la función cerebral.
Los principios activos de la marihuana generan rápidamente adicción, lo que hace que cada vez sea más difícil dejar el cannabis. Reconocer la adicción a la marihuana suele ser muy complicado porque se considera una droga “blanda”, socialmente aceptada y en muchos casos no genera el deseo de consumirla a diario. Además, al proceder de una planta natural y otorgarle un uso terapéutico y medicinal, hace que se minimicen sus consecuencias dañinas.
Sin embargo, el cannabis afecta directamente a los neurotransmisores, que controlan todo el Sistema Nervioso Central y puede ocasionar lesiones importantes en el cerebro.
Su consumo prolongado y el ansia por continuar sintiendo sus efectos empieza a deteriorar las funciones psíquicas y a gobernar la vida de las personas y de su entorno. Trabajo, familia, amigos: todo se aparta a un segundo plano mientras la prioridad es seguir fumando, muchas veces en solitario y a escondidas.